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miguel, 15 de abril de 2003, 23:13:00 CEST
Aquel día había tomado el autobús con paradas en vez del directo. Me apetecía cambiar la ruta de todos los días, ver caras nuevas, pasar por otras calles.
Al principio la mayoría de los asientos iban vacíos, pero poco a poco el autobús se fue llenando. En una parada, hacia la mitad del viaje me fijé en una chica que se disponía a subir. No sé qué me llamó la atención, era una chica de lo más normal. O quizás era por eso. O por su sonrisa.
Subió los escalones del autobús y pagó al conductor. Este arrancó, mientras la chica aún comenzaba a recorrer el pasillo. El autobús realizó un giro para incorporarse al tráfico y entonces ella perdió el equilibro y cayó en mis brazos.
Supongo que fue su sonrisa, tenerla tan cerca, tumbada sobre mí, la que me empujó a besar sus labios. Un breve beso. No lo pude evitar.
Se ruborizó, se levantó y, antes de alejarse al fondo del autobús, se volvió sonriendo de nuevo. "Gracias" -me dijo casi en un susurro. Mi corazón comenzó a latir nervioso, preguntándose por el misterio que encerraban sus palabras.
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miguel, 11 de abril de 2003, 13:28:05 CEST
me muero
por ese trocito
insinuante
de piel
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miguel, 10 de abril de 2003, 23:18:57 CEST
Regalo de cumpleaños
Mis padres tenían una casa de comidas en la sierra, donde vivíamos. No era la zona más turística, pero les iba bastante bien. Tenían una clientela habitual que sabía lo que podían comer allí, muchos productos naturales y comida casera de verdad. Los pollos eran de corral, el arroz con leche se hacía con leche de nuestras vacas, hasta las lechugas eran de un pequeño huerto que teníamos detrás de casa.
Desde pequeño yo me ocupaba de los conejos. Me encantaba tocarles la naricilla, acariciar su pelo tan suave. Les daba su ración diaria de heno y perdigón, a veces manzanas o melocotones, y también limpiaba su jaula. Lucía, una vecina del pueblo venía muchas veces conmigo después de clase y me ayudaba. Allí metidos pasamos muchas tardes, jugando con los conejos a papás y mamás.
Un día, cuando iba a cumplir los doce años, mi madre me preguntó qué quería como regalo de cumpleaños. Estábamos en la cocina y mi madre lavaba verduras en el fregadero. Yo miré por la ventana, en dirección a la conejera y le contesté:
- Mamá, lo que quiero es que a partir de ahora traigas tú los conejos a la cocina. No soporto decidir cual de ellos será el próximo.
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miguel, 8 de abril de 2003, 17:56:47 CEST
Poemas contra la guerra - Rafa Turnes
Te espera con los ojos abiertos
Amputado
Sobre un charco
Respiran las mordidas de las pirañas
Rojo sobre asfalto
Te espera
La luz fluorescente
Verde sobre blanco
Mientras corren las camillas
Mientras se abrazan los que quedan
Rafa Turnes es periodista. Ha creado este sitio de poemas contra la guerra. Imprescindible.
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miguel, 8 de abril de 2003, 13:31:01 CEST
Hace poco iba por una carretera estrecha, sin demasiados cruces. No estaba seguro donde iba, ni me importaba. Estaba cómodo conduciendo, a mi ritmo, con la música de fondo. Pero la carretera finalizaba en el acceso al autopista. Allí tuve que decidir y escogí la dirección sur, la dirección de las huidas. La incorporación al autopista fue arriesgada, los coches pasaban a toda velocidad y tuve que adaptarme a su ritmo. De momento sigo en el carril derecho, no me atrevo a salir, me arrastraría esa marea que provoca la velocidad.
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