Cuando tienes veinte años y piensas en el futuro, es algo prometedor. No sabes muy bien qué buscas, pero las expectativas son grandes. A los treinta empiezas con el histerismo, cuando te das cuenta que no has escogido tus objetivos, que simplemente has dejado que las cosas sucediesen y el tiempo avanza demasiado deprisa. Ahora tenemos treinta y cinco, y estamos empezando a asumir que las cosas no van a ser mucho mejores.

Esto es el segundo párrafo de un relato que he escrito últimamente, que está en esa fase de correcciones y reescritura. Habla de eso precisamente, de estamparse contra la madurez sin cinturón de seguridad ni airbag.

El profesor Juan José López, un científico que ha sido candidato varias veces al premio Nobel (aunque no haya pasado las primeras votaciones) ha comenzado un experimento en un centro de Madrid. Es un proyecto coordinado por el MIT, con colaboradores en media docena de países, que consiste en evaluar las aptitudes y capacidades de un grupo de personas, tratando de descubrir para que disciplina están mejor dotados.

Yo llevaba un tiempo desencantado con la informática, convencido de no haber nacido para esto, deseando cambiar, pero sin saber a que me podría dedicar. Así que me apunté como voluntario y a principios de octubre pasado, para mi sorpresa, me llamaron. Tuve que pasar una semana entera en Madrid, en el centro de Tres Cantos donde se realiza el experimento, “internado”, porque no nos dejaban salir. Parte del día la dedicaban a hacernos test, experimentos, pruebas. También teníamos tertulias, siempre dirigidas (notabas que alguien hacía de moderador, que orientaba las conversaciones, a veces para que discutiésemos entre nosotros, a veces para que contásemos las cosas con más sinceridad). Y todo ello grabado, filmado para su estudio posterior.

Ayer me llegó un sobre, bastante grueso, con una carta firmada por el propio Juan José López. Era una copia de los resultados del estudio, tal como habían prometido. Entre otras cosas dicen que el campo en que demuestro mejor aptitud es, precisamente, la informática.

Dice mi cuñada, que está en Barcelona con su nuevo novio, que este ha decidido que ya ha llegado la primavera. Ayer fueron al mercado de las flores y han llenado la terraza de color.

A veces la vida es bella, aunque la mayor parte del tiempo la realidad nos ahogue.

Según un equipo de científicos del observatorio europeo de La Silla, en el norte de Chile, el sol se tragará a la tierra. La teoría más aceptada sobre la evolución estelar y planetaria predice que eso sucederá dentro de unos "pocos" miles de millones de años, así que aún tenemos tiempo de acabar con el planeta por nuestros propios medios.

Puedes ver la noticia completa aquí.