Me siento delante del ordenador después de cenar. Me he llevado el yogur. Es de Danone, con trozos de fresa. Al abrir la tapa se ha puesto a hablarme. Quiere que no le coma. "No tengo L-casei inmunitas", "no soy desnatado, son 93 calorías". Pero no he hecho caso. Cucharada a cucharada me lo he comido. Para vengarse se ha dividido: parte ha atacado mi estómago, provocando cagalera. La otra se ha calcificado en mi riñón. Llamo a mi médico al móvil. Está en una recepción (¿¿??), pero me recomienda que me ponga ciego de dry martinis. No me va a curar pero lo voy a pasar mucho mejor.

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miguel, 25 de febrero de 2003, 8:49:39 CET

Un baño

Estoy en el agua. O en el cielo, creo. Después de un duro día, me siento bien.

Con la bañera llena, mi cabeza, mi polla, mis pies, como pequeñas islas.

Fabricando algo de oleaje, también algunas burbujas. Pedos, claro, sé que suena mal pero es así, me los he tirado.

Me siento tan bien que me quedaría aquí un rato más. Pero el agua se enfría así que quito el tapón.

Mi cuerpo va ganando peso a medida que se vacía la bañera. En la misma medida en que me empiezo a sentir peor.

Pero así es todo, un momento de placer y tantos, tantos de hastío.

Hoy estuve en Toró, una playa de Llanes (Asturias). Las rocas se quejaban.