Última actualización: 17/6/04 16:00
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Pearl Jam


En 1994 estuve un mes dando vueltas por California. Con base en San Diego (la segunda ciudad más grande del estado, después de Los Angeles), subí hasta San Francisco. Además de hacer turismo aproveché para ir cada noche a un garito distinto, donde me harté de ver tocar a grupos locales, gente desconocida que nunca logró notoriedad (que yo sepa), pero que lo hacían increíblemente bien.

También perdí bastante tiempo en tiendas de CD’s. Era como un vicio, porque en la sección de segunda mano encontrabas novedades (muchas de ellas con la inscripción de “disco promocional, prohibida su venta”) a precio ridículo. Incluso en las tiendas de empeño tenían mucho material, algunos aún con el precinto de fábrica (¿probablemente robados?). Comprar un CD nuevo era algo impensable para mí, hubiese sido un poco tonto.

Entonces yo era un gran fan de Pearl Jam y en una de estas tiendas vi un CD nuevo que me apetecía llevarme, pero costaba una pasta. Era el primero de una serie de tres singles del grupo, que incluía una docena de canciones en directo. Venía presentado en un digipack muy cuidado, con espacio para poner los otros dos singles y guardarlos juntos. Por esas decisiones incomprensibles (se me ocurrió pensar los discos usados que compraría por el dinero que costaba esta caja) no me lo llevé. Supongo que influyó la dificultad que tendría para conseguir los otros dos CD’s (aún no se habían editado).

Al volver a España, descubrí que en una tienda local tenían el segundo disco (a precio de CD-Single) y poco después llegó el tercero. Los compré. Incluso se ofrecieron a pedirme el primero, pero no venía en formato bonito, solo en caja normal. Si alguna vez habéis sido fan de un grupo o de algo, entenderéis que me tirase de los pelos.

Está bien ser reflexivo, racional, valorar las cosas en su justa medida. Pero a veces, hay que hacer las cosas sin pensar, dejarse llevar por los impulsos.

Hace varios meses, casualmente localicé el digipack en una tienda de Estados Unidos. A precio excesivo, pero era una espina clavada, así que lo pedí. No llegué a tiempo, prometieron buscarme otro, y tras un montón de semanas, me llegó el paquete por UPS.

Tenía que vacilarle a mi amigo Juan, que pincha en un bar llamado “Flamingo”, así que fui a verle con el digipack esa misma tarde. Cuando llegué estaba hablando con un güiri, un tipo de Oregon que estaba de vacaciones, dando una vuelta por España. Cuando vio el CD flipó, claro. Es una gozada. En total, los tres CD’s conforman un concierto de la mejor época de Pearl Jam (según mi opinión).

El tipo insistió en que se lo vendiese y le pedí el triple de lo que me había costado. Algo lo suficientemente alto para quitarle las ganas. Mi sorpresa fue que abriera su cartera (llevaba una especie de riñonera de esas de turista) y me pusiera la pasta en la mano.

¡Yo ni siquiera había escuchado el disco, había salido pitando para el Flamingo! Pero ver los billetes, tocarlos, recién salidos del banco… todos tenemos un precio. Además ya no soy fan de Pearl Jam, me gustan, pero tampoco son mi banda favorita. Se lo di y guardé el dinero. Se fue antes de que me arrepintiese (¿o fue al revés?).

Todavía no lo he gastado, tengo que buscar algo que merezca la pena, no vale fundírmelo en copas. Pero no se me ocurre nada. ¿Qué se puede comprar con 200€ que sea mejor que el digipack de Pearl Jam?



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Disfraz


Hoy me he olvidado las llaves en casa. Y la cartera, y el monedero. Se quedaron olvidadas en el otro pantalón, el que me puse por la tarde, el día anterior. Por suerte me las he arreglado sin problemas. La culpa la tiene que voy a trabajar disfrazado: pantalones de vestir, americana, camisa, corbata. Pero por la tarde, cuando salgo del trabajo, me pongo mis zapatillas airwalk, mis pantalones cortos y mi camiseta negra. Y es que en el fondo, soy un rockero, que coños. Toco en cuatro discos, he dado más de doscientos conciertos, quizás trescientos. Eso es lo que pienso.

Hoy ha ido por la oficina un compañero que ahora está de baja (menisco) y me he dado cuenta que siempre le había visto con corbata. O en todo caso, con un polo discreto. Pero hoy iba con unos pantalones de cuadraditos y una camiseta. Parecía que iba a sacar las mazas y hacer unos malabares. Curioso.

Y entonces dudé si no sería al revés. Que nos disfrazamos para no sentir que realmente hemos sido engullidos por la rutina, engañándonos pensando que aún somos jóvenes y que mantenemos una postura. Pensando que trabajamos para pagar las facturas, que en realidad no hemos cambiado, somos los de siempre.

Es una cuestión de tiempo. Solo es una cuestión de tiempo. Al menos, mientras tenga aquí a mi lado mi guitarra, esa que nunca toco ya (pero como está aquí, podría cogerla ahora mismo) quedará alguna esperanza. Sin embargo, en el momento en que la guarde en su estuche y la deje en el hueco del armario, sabré sin duda que me he convertido en una persona adulta.



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Tareas pendientes


Cosas sobre las que pienso escribir, tareas que no realizaré, por supuesto.

Creo que voy a escribir mis listas. Como Rob Gordon, el protagonista de la fantastica "Alta Fidelidad", de Nick Hornby, voy a hacer la lista de los 5 libros que más me han impactado, de mis 5 discos favoritos. Va a ser difícil. Tendré que escoger algo de cada época de mi vida. Empezaré las listas con algo de "los cinco" (dichoso número) y de los Beatles (que sólo eran cuatro, aunque hubiese un quinto miembro en la sombra). También incluiré la novela de Hornby, claro. Y a Raymond Carver, gigante cuentista.

Tengo que hablar de la piratería en Internet. Algo que solo afecta a los que venden mucho, que son los más pirateados. Se supone que si vendes 300.000 discos y te han pirateado otros 100.000 has perdido una pasta. Pues jódete si vas a ganar algún millón menos. Si eres un grupo independiente, con suerte has vendido 1000 copias de tu disco y si te lo han pirateado otros 5000 que de otra manera no se lo hubiesen comprado (hay que escoger, y normalmente vas a lo seguro) e incluso es posible que ni te hubiesen conocido, creo que has salido ganando.

Odio que la gente me escriba correos como si fuesen analfabetos. Por pura vagancia, porque me consta que han estudiado, que saben hacerlo bien. Párrafos enteros sin una coma, sin un punto, uniendo las frases de forma que hay que esforzarse por entender lo que te dicen. Y no hablo de las abreviaturas, que solo entienden ellos (tb=también, xq=porque).

Esto del weblog me está llevando más tiempo del que pensaba. Cada vez que se me ocurre algo pienso en refinarlo, en incluirlo en mi sitio. Lo escribo, lo repaso, lo retoco. Y visito otros blogs, y dejo mis comentarios (lo siento si a veces me excedo, si los considero como si tuviese derecho a ello). Espero que sea la euforia del principiante y me calme un poco. Tenemos tan poco tiempo...



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Dónde estabas el 11-S



Yo me acuerdo perfectamente donde estaba el pasado 11 de septiembre de 2001. Iba camino del aeropuerto, a coger un avión. Un cliente al que acabábamos de visitar se ofreció a acercarnos y cuando puso la radio, nos quedamos desconcertados.

Era algo imposible. Pura ficción. Yo suponía que estaba escuchando una versión actualizada de "la guerra de los mundos" de Orson Wells, una broma de algún programa. Pero esto era real. En directo. Puro caos. Continuamente llegaban noticias increíbles, sin confirmar, especulaciones... un nuevo avión que se estrellaba, se pensaba que podía ser un atentado, otro avión más en el Pentagono. Parecía que el mundo había enloquecido, el mundo al revés. Ya en el aeropuerto, todos los vuelos con América habían sido suspendidos. La gente se agolpaba frente a los pocos televisores que había. Algunos lloraban, pero la mayoría tenían un gesto de incredulidad. No había rabia, solo asombro.

No quiero hacer valoraciones sobre la importancia que tuvo este atentado en el nuevo "desorden mundial" o si hay otros hechos legitimados igual de despreciables. Cualquier guerra es un fracaso de la negociación y el entendimiento y jamás existe justificación. Pero en esta entrada de mi weblog no quería hablar de política (o mejor, de sociedad, que es una palabra más amigable, que no implica pertenecer a un bando). Eso ya lo hace muy bien otra gente.

Solo quería recordar donde estaba yo y que recordaseis donde estabais vosotros. Solo eso. De lo otro estoy ya un poco harto.



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