Escribía Almu en su blog sobre lo que le preocupaba de pequeña, y al final había varios comentarios sobre lo triste que resulta dejar de ser niño.

En general, es normal desear volver a tener determinada edad. A mí ahora me gustaría tener 21, quizás cuando cumpla los 40 desee tener 31. Porque esos deseos tienen trampa: uno quiere tener 21, pero sabiendo lo que sabe ahora, con toda esa experiencia, para no volver a hacer las mismas pijadas, meter la pata de la misma manera.

Hay gente que pone la televisión cuando está en casa, la radio en la cocina. Necesitan oir a otras personas, sentirse acompañadas.

Cuando estoy solo entro en las salas de chat, pero no digo nada. Solo leo las conversaciones. A veces solo miro de vez en cuando, pierdo el hilo, no sé de que están hablando.

Al menos noto un cierto murmullo ahí al fondo.

En Oviedo hay muchas esculturas. Los turistas las disfrutan, yo además las limpio.

Uno se da cuenta que se ha hecho mayor cuando le empiezan a tratar de usted.

Te piden la hora, con la mayor corrección. Te ceden el paso en la cola del bús pero en general no te prestan más atención que al poste del teléfono.

En días como hoy, que debe haber 3 grados bajo cero me alegro de que me dejen subir primero al autobús.

Escuchando una emisora por Internet me sorprendió escuchar un blues con voz de niño. Se trataba de Eric Steckel, un chaval que tenía 11 años cuando grabó lo que yo estaba oyendo. Lo impresionante es que además es el guitarrista y toca que se sale. Si alguien tiene curiosidad, en esta tienda online venden su disco, y también se pueden escuchar varios fragmentos de sus canciones.

La verdad es que no debería sorprenderme por encontrar a un niño superdotado. Hay auténticos virtuosos del violín, del piano, pero lo curioso de este caso es que se dedique al blues eléctrico.