Íbamos juntos al colegio.
Yo era demasiado tímido para hablar con ella, pero aún así lo intenté. Simplemente le dije ‘hola’.
Era mi última oportunidad
Que ojos tenía.
Paseamos por el parque, de la mano. Esa semana su familia dejó la ciudad y no la volví a ver.
Hasta mayo del 89. Fue a la puerta del Grand Hotel.
Ya no era una niña,
eso saltaba a la vista.
Nos miramos,
a los ojos,
durante unos segundos.
Yo era demasiado tímido para hablar con ella, era mi última oportunidad. Dejé que se fuera.
Ojalá hubiese tenido el mismo valor que a los doce años.