Cuando comienzas un proyecto informático todo son buenas intenciones. Muchas ideas, buen rollo con el cliente, mucho 'se puede hacer, no te preocupes'... Acabada la definición funcional y técnica, se comienza la programación y lo normal es que las estimaciones de tiempo no se cumplan, que haya retrasos. Por si fuera poco, siempre hay algún inconveniente técnico, que se salva con mucha dificultad y algo de ingenio.
Pero al final todo se hace con demasiada velocidad y tratamos de olvidarnos de documentar, porque empezamos con el siguiente proyecto. Nos olvidamos de las ayudas, de los manuales de usuario.
Supongo que mi estado de ánimo -un poco bajo, lo reconozco- se debe a algunos líos de trabajo (valoraciones que hay que entregar, algún viaje, la inoportuna mudanza ahora que necesitaba estar concentrado...)
También obligatoriamente he de relacionarlo con este dichoso espíritu navidadeño, éste que nos obliga a estar alegres. Y la obligación quizás produce un efecto contrario. Al menos a mí me lo produce. Porque este día 31 es igual que el mismo 30 del mes pasado, un día de cobrar la nómina, de cortar una hoja en el calendario. Y sin embargo, por algún motivo es un día de recapitular, reflexionar sobre lo pasado y un día de hacerse propósitos para el próximo año.
Leo algunos post, como el de Txema y pienso que yo querría tener mi propio F5 de la vida. Y si eso no es posible, al menos un mísero F1. Pero parece que al programador se le olvidó escribir la ayuda.