Estoy hablando con Nacho,
el dueño del Blues Power,
mientras me sirve un Johnny Walker.
Se ha comprado un coche nuevo,
un coche grande, con mucho morro,
y mucho culo.
Como las chicas que te gustan,
le sugiero. El se ríe y se va
para la cocina.
Si su cocina hablase estaría detenido.
Julia viene a ver si le invito a una copa.
Sus padres le habían echado de casa,
pero ahora todo marcha bien.
Desde el accidente, cuando un coche
le rompió las dos piernas, se han reconciliado.
Les quiere, me dice. Se portaron muy bien.
También está Oscar, el chico de la nariz grande.
Es tan bueno que la suerte le tiene
el último de la cola.
Aquí me siento
mejor que en mi propia casa.