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martes, 10. septiembre 2002

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Pearl Jam


En 1994 estuve un mes dando vueltas por California. Con base en San Diego (la segunda ciudad más grande del estado, después de Los Angeles), subí hasta San Francisco. Además de hacer turismo aproveché para ir cada noche a un garito distinto, donde me harté de ver tocar a grupos locales, gente desconocida que nunca logró notoriedad (que yo sepa), pero que lo hacían increíblemente bien.

También perdí bastante tiempo en tiendas de CD’s. Era como un vicio, porque en la sección de segunda mano encontrabas novedades (muchas de ellas con la inscripción de “disco promocional, prohibida su venta”) a precio ridículo. Incluso en las tiendas de empeño tenían mucho material, algunos aún con el precinto de fábrica (¿probablemente robados?). Comprar un CD nuevo era algo impensable para mí, hubiese sido un poco tonto.

Entonces yo era un gran fan de Pearl Jam y en una de estas tiendas vi un CD nuevo que me apetecía llevarme, pero costaba una pasta. Era el primero de una serie de tres singles del grupo, que incluía una docena de canciones en directo. Venía presentado en un digipack muy cuidado, con espacio para poner los otros dos singles y guardarlos juntos. Por esas decisiones incomprensibles (se me ocurrió pensar los discos usados que compraría por el dinero que costaba esta caja) no me lo llevé. Supongo que influyó la dificultad que tendría para conseguir los otros dos CD’s (aún no se habían editado).

Al volver a España, descubrí que en una tienda local tenían el segundo disco (a precio de CD-Single) y poco después llegó el tercero. Los compré. Incluso se ofrecieron a pedirme el primero, pero no venía en formato bonito, solo en caja normal. Si alguna vez habéis sido fan de un grupo o de algo, entenderéis que me tirase de los pelos.

Está bien ser reflexivo, racional, valorar las cosas en su justa medida. Pero a veces, hay que hacer las cosas sin pensar, dejarse llevar por los impulsos.

Hace varios meses, casualmente localicé el digipack en una tienda de Estados Unidos. A precio excesivo, pero era una espina clavada, así que lo pedí. No llegué a tiempo, prometieron buscarme otro, y tras un montón de semanas, me llegó el paquete por UPS.

Tenía que vacilarle a mi amigo Juan, que pincha en un bar llamado “Flamingo”, así que fui a verle con el digipack esa misma tarde. Cuando llegué estaba hablando con un güiri, un tipo de Oregon que estaba de vacaciones, dando una vuelta por España. Cuando vio el CD flipó, claro. Es una gozada. En total, los tres CD’s conforman un concierto de la mejor época de Pearl Jam (según mi opinión).

El tipo insistió en que se lo vendiese y le pedí el triple de lo que me había costado. Algo lo suficientemente alto para quitarle las ganas. Mi sorpresa fue que abriera su cartera (llevaba una especie de riñonera de esas de turista) y me pusiera la pasta en la mano.

¡Yo ni siquiera había escuchado el disco, había salido pitando para el Flamingo! Pero ver los billetes, tocarlos, recién salidos del banco… todos tenemos un precio. Además ya no soy fan de Pearl Jam, me gustan, pero tampoco son mi banda favorita. Se lo di y guardé el dinero. Se fue antes de que me arrepintiese (¿o fue al revés?).

Todavía no lo he gastado, tengo que buscar algo que merezca la pena, no vale fundírmelo en copas. Pero no se me ocurre nada. ¿Qué se puede comprar con 200€ que sea mejor que el digipack de Pearl Jam?



 

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