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jueves, 10. octubre 2002

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Cacahuetes


Aunque no tenga mucho que ver con lo que suelo contar en esta bitácora, me gustaría invitaros a leer un artículo que me ha parecido interesante. Tiene que ver con la "Nueva Economía" o como se llame ahora.

Entre otras cosas, incluye un comentario del Premio Nobel Paul Samuelson: “resulta ingenuo declarar, como hacen el presidente George W. Bush y el vicepresidente Richard Cheney, grandes partidarios de las empresas, que lo que hay que hacer ahora es buscar las pocas manzanas podridas del cesto empresarial y enviarlas a la cárcel a cumplir largas condenas. Antes de su ascenso a la Casa Blanca, tanto Bush como Cheney se hicieron ricos tras hacer, a menor escala, exactamente lo mismo que hicieron en secreto tramposas empresas gigantescas como Enron, WorldCom y Adelphia".

El artículo reflexiona, al hilo de otros comentarios de diversas fuentes, sobre si el tratar de lograr un mayor tamaño de las corporaciones es una estrategia viable, si ser más grande significa ser mejor.

Cada día, las decisiones se toman desde estructuras más altas. Antes tenías un pequeño hotel (tomo el ejemplo recordando unos correos que intercambié con Crónicas hoteleras) y evolucionabas basándote en lo que te pedían los clientes, lo que hacía la competencia, lo que "olías". Ahora que el hotel pertenece a una gran cadena, la decisión la toma alguien de las alturas, tan alejado de la realidad que no se tiene en cuenta al cliente, al trabajador y casi ni al accionista.

En las cadenas de montaje está de moda recibir propuestas de los empleados para reducir costes, premiando al empleado que envió la idea de forma proporcional al ahorro conseguido. Sin embargo, esto es la anécdota. Lo normal es que no exista la colaboración, el intercambio de ideas. Y es una pena que se deje escapar este potencial, que de forma individual tiene un valor reducido, pero que en total suma un capital "intelectual" en nada apreciado por quien gestiona el capital "social".

Volviendo a la tierra, a mi realidad, puedo decir que mi bitácora sin todas las que me rodean no sería lo mismo. ¿Cuantas reflexiones que aparecen en mi sitio se las debo a las lecturas de otros blogs? ¿No os habéis dado cuenta de cómo han enriquecido a algunos textos los comentarios de los lectores?



 

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