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miguel, 29 de agosto de 2002, 8:38:58 CEST
Plataforma, de Michel Houellebecq (1ª parte)
Dice mi amigo Lluis que si le preguntasen qué escritor ha sido detenido acusado de pedofilia, respondería sin dudarlo que el francés Michel Houellebecq.
Estoy leyendo lo que será el lanzamiento para el mes de septiembre de 2002 de Anagrama, la novela “Plataforma”, de Houellebecq. Generalmente, no suelo preocuparme por hacer una crítica de los libros que leo, por darles muchas vueltas. Es más sencillo, me gustan o no. Pero en este caso, me lo han prestado precisamente para que dé mi opinión y qué mejor que reflexionar sobre papel.
Las primeras páginas del libro son prometedoras. Describe el entierro de su padre con mucha ironía, falta de respeto y un lenguaje inteligente. En pocas líneas se autodescribe bastante bien, nos sitúa en su mundo y su entorno, sus debilidades y sus vicios. Sin embargo, el protagonista decide marcharse de vacaciones a Tailandia, y a partir de ahí, el libro empieza a flojear. A modo de “querido diario” se dedica a relatar su viaje y sus aventuras sexuales. Y poco más. Incluso el protagonista se llama igual que el autor.
Se supone un viajero experimentado, conoce los mecanismos de un viaje en grupo, lo que sucede en un primer momento, tras el primer día, etc. También hace una buena descripción de sus compañeros de viaje, un mapa variado: charcuteros jubilados, naturistas, profesores de universidad… todo parece bien encaminado para que suceda algo. Pero el viaje se acaba, el protagonista vuelve a Paris y nos quedamos con la sensación de haber leído una guía de viaje en versión porno light. ¿Qué quería transmitir Houellebecq? Ni idea. Al menos yo no lo he averiguado.
No he leído nada más de Houellebecq, quizás me atreva con su famosa “Las partículas elementales”, pero el resumen que me hizo mi amigo Lluis (el de antes) de “Lanzarote”, la novela que él había leído, se parece bastante a lo que sucede en “Plataforma”. Al protagonista solo le interesa el sexo, le gusta ir de putas (y como es reaccionario, se vanagloria de ello) y además las hace gozar. Narcisista al cuadrado. En “Lanzarote” le pasa algo parecido con un par de lesbianas. Con la disculpa de revisar la realidad sin tapujos, nos cuenta sus fantasías provocadoras. Y el realismo cuela pero no la intención.
Antes de dar mi opinión final, creo que debo acabar la novela, aún voy por la mitad. Me gusta, y mucho, como escribe Houellebecq (repito tantas veces su nombre para ver si aprendo a escribirlo de memoria). Me parece inteligente, incluso sincero. Seguro que sus fantasías, o fantasmadas, depende del lector, también son sinceras. Es lo que se le pasa por la cabeza, así que tiene disculpa. Pero además de estar bien escrito, un libro tiene que ofrecer algo más. La historia, la trama de la novela es importante, pero todo tiene que conducir a algo, a la intención que movió al autor a escribir el libro. Y de momento estoy bastante perdido.
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